La Diócesis de Écija o Iglesia Astigitana la crea San Pablo a su paso por Écija (mediados del siglo I), siendo la primera capital de la Bética con sede episcopal. Su importante economía y sociedad, y la situación geográfica, llevó a la fundación de la misma. Las limitaciones de la Iglesia Astigitana llevaron a varios pleitos con la de Córdoba y Málaga, por la pertenencia de algunas basílicas parroquiales en los límites fronterizos.
Considerado como el proto-obispo de Écija, San Crispín gobernó la Iglesia astigitana entre los siglos III y IV, el cual es reconocido mártir por haber sido arrestado y decapitado. Una escultura de él la podemos encontrar en la Parroquia Mayor de Santa Cruz, atribuida a Juan de Mesa y recientemente restaurada. Su festividad se celebra el 19 de noviembre (cuando se realiza misa en su honor), día de su muerte. Cuenta la leyenda que era cojo, de ahí el gran zapato de la talla. También existe una escultura del santo en la Parroquia de Santa María Nuestra Señora, junto a San Fulgencio.
A pesar de la creencia de San Crispín como primer obispo ecijano, varias fuentes también indican a San Probo como su predecesor, el primer astigitano pagano que se convirtió al cristianismo gracias a San Pablo. No obstante, no recibe el título de obispo, pues fue su sucesor San Crispín el primero en utilizar dicho cargo.
A pesar de la creencia de San Crispín como primer obispo ecijano, varias fuentes también indican a San Probo como su predecesor, el primer astigitano pagano que se convirtió al cristianismo gracias a San Pablo. No obstante, no recibe el título de obispo, pues fue su sucesor San Crispín el primero en utilizar dicho cargo.
De la época romana no se tienen más noticias hasta la segunda etapa, la visigótica, en la que la iglesia ecijana acude a dos concilios: el de Elvira en el año 300, al que asiste el presbítero Barbatus en representación del Obispo; y el de Arlés en el año 314, al que asiste igualmente un presbítero, Termario, en nombre del Obispo Natalio.
Antigua diócesis de Écija. |
De nuevo se pierden noticias hasta el año 580, en que ocupa la silla Gaudencio. En el III Concilio de Toledo asistió el obispo astigitano, realizado en el 589. Le sucedió Pegasio, que por el año 590 gobernaba esta Iglesia. A éste le sucede un obispo cuya identificación se desconoce, pero en el año 610, San Fulgencio, hermano de San Leandro, San Isidoro y Santa Florentina, y tío materno de San Hermenegildo. Asistió al II Concilio de Sevilla, presidido por su hermano Isidoro. Fue nombrado doctor de la Iglesia por Pío IX en 1880. Una imagen de esta santo podemos encontrar en la Parroquia de Santa María Nuestra Señora. Murió en torno al 620.
En 621, Marciano es proclamado obispo de Écija, pero es depuesto en el III Concilio Hispalense acusado de conspirar contra el rey y tratar familiarmente a las mujeres, acusaciones que después fueron consideradas falsas. Así, desde el año 630 la silla episcopal es ocupada por Abencio, figurando su firma en el IV Concilio de Toledo (633). En el VI Concilio de Toledo se restablece a Marciano tras ser considerado inocente. Desde el 639 hasta después del año 653 le sigue Estéfano que asistió al VII y VIII Concilio de Toledo.
En 621, Marciano es proclamado obispo de Écija, pero es depuesto en el III Concilio Hispalense acusado de conspirar contra el rey y tratar familiarmente a las mujeres, acusaciones que después fueron consideradas falsas. Así, desde el año 630 la silla episcopal es ocupada por Abencio, figurando su firma en el IV Concilio de Toledo (633). En el VI Concilio de Toledo se restablece a Marciano tras ser considerado inocente. Desde el 639 hasta después del año 653 le sigue Estéfano que asistió al VII y VIII Concilio de Toledo.
Hay un lapso de tiempo en que se pierde la memoria de cuántos más gobernaron esta Iglesia, hasta que en el año 679 aparece Teodulfo que asistió a dos Concilios de Toledo: el XII y el XIII. Se cree que murió en el 685. A este obispo le sigue Nasidarbo que asistió al XV Concilio de Toledo. A éste le sucedió Arvidio, que asistió al XVI Concilio de Toledo (693), el cual tuvo que abandonar su sede durante la invasión musulmana, retirándose a Portugal junto con los demás obispos de Andalucía. Vivió, pues, el martirio de las monjas del monasterio de Santa Florentina.
San Crispín de Écija, obispo y mártir (Parroquia de Santa Cruz). |
No se tiene más noticias de esta diócesis ecijana durante el tiempo de la dominación islámica, pero es indudable su existencia, ya que según Ambrosio de Morales en el año 862 vivió Beato, Obispo de Écija, y Martín, que vivía a principios del siglo X, según una inscripción en piedra descubierta en la sierra de Córdoba en 1729, que data del año 931. A mediados del siglo X se sabe que vivió Servando, natural de Sevilla, cuya muerte se establece en el año 988.
Aunque no hay noticias concretas, debemos persuadirnos de que los obispos ecijanos prosiguieron hasta el tiempo de los almohades en el año 1144, ya que el califa Omar-Ben-Abdelacid recomendó expresamente que se dejase a los cristianos en posesión de sus templos y del libre ejercicio de su culto según los tratados. También hay escrituras a favor de este pensamiento del arzobispo don Rodrigo.
Con la Reconquista cristiana, se configura como uno de los cinco arcedianatos que compusieron la archidiócesis hispalense. Comprendía los términos de Écija, Osuna, Marchena y La Puebla de Cazalla. En el Libro Blanco (1411) se presenta como una vicaría.
En el año 1813 se intenta restaurar la sede episcopal astigitana, e incluso instaurar en Écija la capitalidad de una provincia.
2 comentarios:
Enhorabuena por estos artículos tan interesantes.
Muy interesante la información detallada sobre la Diocesis Ecijana. Muchísimas gracias. Un saludo.
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