Corpus en calle Sevilla. Foto: Rafael González. |
Amanecía el domingo con un tibio aire fresco pero prediciendo la bochornosa mañana que se avecinaba. La Función Eucarística comenzó a las ocho y media de la mañana con una Parroquia de Santa Cruz abarrotada de fieles y devotos. Aunque la hora prevista de la salida del Corpus Christi era las nueve y media, el cortejo no salió hasta veinte minutos después con el patio repleto de cofrades y con todos los estandartes corporativos de las cofradías.
La primera representación era la de la Agrupación Parroquial del Olivo, seguida por las Hermandades de Gloria, las de Penitencia (exceptuando las que también son Sacramentales), las Hermandades Sacramentales por orden, la Adoración Nocturna Masculina y Fermenina, la Custodia y las representaciones civiles y del Ayuntamiento.
El calor se hizo presente desde primer momento. Los dos primeros altares se encontraban en el patio de la Parroquia Mayor de Santa Cruz, uno de la Hermandad de la Sangre, presidido por una Inmaculada, y el otro de la Hermandad del Resucitado, presidido por Nuestra Señora de la Paz, que recibe culto en la capilla bautismal del templo.
La Plaza de Nuestra Señora del Valle estaba escasamente llena, y no sería hasta el Convento de las Florentinas, donde se encontraba el altar de María Auxiliadora, cuando la afluencia de público fue incrementando. En el mismo barrio, en la calle Sevilla esperaba Nuestra Señora del Socorro, cobijada por el Palacio de Miguel Ángel Cárdenas. En la calle Carreras, siempre son varios los altares eucarísticos y las decoraciones en las casas y fachadas. El calor aumentaba conforme pasaba la mañana.
Amenizado por la Banda de Música AMUECI y su exquisito repertorio, llegaba la Custodia hasta la Iglesia del Hospitalito, donde se hallaba Nuestra Señora de la Merced. Justo en esa misma calle se echó de menos el tradicional altar eucarístico de las madres descalzas del Convento de las Teresas.
Ya en la Plaza de España, pasadas las once de la mañana, esperaba una gran masa de gente. En ella se encontraban la Inmaculada Concepción de la Hermandad del Cautivo, en una de las esquinas del Ayuntamiento; Nuestra Señora de Lourdes en la Iglesia de Santa Bárbara (altar montado por la Hermandad de Jesús Sin Soga, puesto que no participa en las Jornadas Marianas); Nuestra Señora de los Ángeles en la fuente de la calle Aguabajo; y por último, Nuestra Señora de las Peñuelas bajo el atrio de la Iglesia de San Francisco.
La calle Más y Prat cobijaba varios altares, en los primeros escaparates y en la Tertulia del Hermano Martillo. En la barrera de Compañía esperaban las imágenes de la Inmaculada Concepción de Santiago, Nuestra Señora de la Victoria, la Divina Pastora y Nuestra Señora de Gracia, todas ellas una al lado de otra.
Más adelante y llegando a la Parroquia Mayor de Santa Cruz, la Custodia bendecía la imagen de Santa Ana con la Virgen Niña ante las puertas del Convento de las Filipensas, actual sede del Consejo de Hermandades. Y por último, el altar eucarístico montado por la Hermandad de la Virgen del Valle, presidido por la imagen del Sagrado Corazón de Jesús de la Parroquia de Santa Cruz y por el estandarte de la Patrona.
Con el Himno Real entraba la Custodia de Alfaro a las doce del mediodía en el Templo, bajo la mirada arrodillada de los devotos y fieles que acompañaron a Jesús Sacramentado, un año más, por las calles de Écija.
No hay comentarios:
Publicar un comentario