"Haciendo una visita por la Parroquia de Santa Cruz, hace unos días, me fijaba en las imagénes de los Titulares de la Hermandad del Resucitado. Me fijaba en la singular belleza que existe en la Virgen de la Alegría. A su lado, la imagen de Cristo Triunfante Resucitado, talla de gran valor artístico. Al otro lado de la capilla, les acompaña María Magdalena sonriente.
Delante de mí, sentada, una mujer mayor, bien vestida, rezaba arrodillada ante la capilla de la Resurrección. Se escuchaba rezar la Salve con una voz tímida y silenciosa, con la mirada clavada ante la Señora. Pude ver unos ojos un tanto lagrimosos. Al levantarse dijo "Por Vosotros siempre". Se acercó hasta las plantas de María Santísima de la Alegría, levantó unos centímetros su manto, y depositó bajo la tela un donativo. Un billete y varias monedas. Agachó su cabeza hacia el suelo con la mano aún bajo el manto, y mirando una vez más a la Virgen María, se persinó y se dispuso a abandonar el altar.
Me miró, y sonrió ligeramente. Con un pellizco en el pecho y anonado, le devolví la sonrisa. Ese momento me hizo sentir tan feliz de formar parte de una Hermandad, sea cual sea, de ser cristiano. Un acto de caridad que dice mucho, aunque sea pequeño, y es que ese es el verdadero sentido de esa palabra: Hermandad.
No nos podemos olvidar de que la Semana Santa se celebra para recordar la Pasión y Muerte de Jesucristo, pero sobretodo para celebrar Su Resurrección. Y es que la Hermandad del Resucitado, que en teoría debería de hacer una de las más importante dado su carácter, está cayendo en decadencia. El por qué es algo que no se puede responder. Se podría decir que no es justo que una cofradía con tanta historia, con varias bulas papales concedidas, en la que ha pertenecido gente de la nobleza, lleve unos años atravesando una crisis tanto económica como devocional. Tampoco debemos olvidar que gracias a ella, hemos podido y podemos seguir celebrando las Cruces de Mayo.
He dicho".
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